Madrid Central va a ser realidad más pronto que tarde. No es un capricho de los actuales gobernantes de la ciudad de Madrid. Esta ciudad es la que tiene mayores niveles de contaminación estructural en España. La contaminación causa miles de muertes prematuras y enfermedades crónicas que suponen un alto coste social y económico a la ciudad.
La disminución del tráfico motorizado es necesaria porque la contaminación depende directamente de éste. Desde hace nueve años, Madrid supera los límites legales internacionales de contaminación del aire, existiendo un expediente de infracción abierto en la Unión Europea por el incumplimiento sistemático de estos límites.
Necesitamos menos tráfico contaminando nuestro aire; menos coches ocupando nuestras calles, aceras y plazas; menos ruido enturbiando nuestro día a día; más posibilidades de movernos de forma ecológica y sostenible; más salud y disfrute de nuestra ciudad; más compromiso contra el cambio climático.
Estas y otras razones son las que han llevado a promover la expansión de las exitosas zonas de prioridad residencial (APR) de la zona Centro para crear un área restringida más amplia. Ha llegado el momento de ponerla en marcha. Ante la oposición de algunos sectores, nos posicionamos a favor de esta iniciativa y vamos a defenderla en la manifestación que tendrá lugar el sábado 17 de Noviembre de 2018 a las 11 h. en la plaza de la Cibeles.
¡¡Te esperamos!! #MadridCentralYa
Informe sobre la calidad del aire en España 2017 – Ecologistas en acción
Un grupo de ciclistas madrileños han lanzado la campaña «Carril Bici Castellana», lógicamente con el hashtag #CarrilBiciCastellana. Con este eslogan se pide que el ayuntamiento de Madrid acometa una reforma del eje principal de la ciudad, incorporando un carril bici de Norte a Sur, para que sean posibles los desplazamientos en bicicleta de una manera segura para personas de todos los grupos sociales, de edad y de género. Una vez que exista un eje principal (y seguramente algunos ejes ciclistas importantes que lo complementen), desplazarse en bici por la ciudad dejará de ser un sueño quimérico para convertirse en una realidad cotidiana, lo cual está bastante lejos todavía para la mayoría de madrileños.
Los anteriores gobiernos municipales no han apostado seriamente por el uso de la bicicleta como medio de transporte efectivo. Ni Álvarez del Manzano con su frase «Madrid no es ciudad para bicicletas», ni Gallardón o Botella, con sus inversiones megalomaníacas, han realizado ninguna medida seria en favor de la movilidad ciclista en la capital. La época de los ciclocarriles ha pasado. Los «sharrows» pintados en el suelo de algunas calles, con el número 30 encerrado en un círculo, prohibiendo teóricamente circular a más de 30 km/h, en la práctica no han supuesto ningún impulso real a la expansión del ciclismo urbano madrileño. Solo se han convertido en cientos de kilómetros de calzada compartida con coches, en los que la vigilancia de los excesos de velocidad es bastante escasa.
Con la iniciativa Carril Bici Castellana, se pretende que la bicicleta pueda verse como el medio de transporte principal para muchas personas, que se reduzca el espacio a los coches, construyendo la citada vía ciclista en la calzada y que Madrid comience a parecerse al resto de capitales europeas, que en esto nos llevan bastante ventaja.
Si estás de acuerdo con la campaña «Carril Bici Castellana», puedes firmar en el siguiente enlace. En Abril de 2018 ya se han conseguido casi 25000 firmas:
En la última década proliferaron los ciclocarriles en la ciudad de Madrid, es decir, carriles de circulación compartidos entre vehículos a motor y bicicletas, con la velocidad limitada a 30 km/h. Estas infraestructuras se extendieron por el centro de la ciudad y empezaron a ser exportadas también a barrios más periféricos, constituyendo lo que algunos empezaron a denominar «modelo Madrid». Aunque pocos niegan que en muchas calles los ciclocarriles pueden ayudar a «legitimar» la presencia de bicicletas (por si acaso alguien dudara de su legitimidad), también se ha visto que en algunas calles los ciclocarriles son innecesarios o, simplemente, ignorados por los coches.
Y es que, para conseguir avanzar en la normalización del ciclismo urbano, no hay soluciones mágicas. Quizá cada barrio o cada zona puede requerir una solución diferente. Lo que sí se necesita en TODAS las zonas, desde luego, es EDUCACIÓN. Eso es precisamente lo que le falta a muchos conductores, tanto de vehículos a motor como -incluso- de bicicletas. El «modelo Madrid» debería basarse en el respeto mutuo, pero desgraciadamente no siempre es así.
El «Modelo Madrid» es insuficiente.
Durante la primavera de 2017 hemos recibido algunos vídeos de seguidores de esta web. En este caso recopilamos un gran número de vídeos que tienen en común haber sido rodados de noche, en los que podemos ver muchas actitudes incívicas. Llama la atención ver a CIENTOS de vehículos (principalmente taxis) tranquilamente estacionados sobre un ciclocarril, sin importarles lo más mínimo el grave perjuicio que causan a los ciclistas, obligados a salirse del ciclocarril y asumir mayores riesgos para poder circular.
También siguen siendo muy comunes los giros cerrando la trayectoria del ciclista, que denotan una gravísima falta de empatía, a veces llegando al desprecio por la vida de los demás. No son pocos los conductores motorizados que muestran conductas agresivas contra el colectivo más débil, en este caso el de los ciclistas.
Hay que educar más.
Y en resumen, esto es solo un pequeño ejemplo de lo que nos encontramos de manera cotidiana por las calles de Madrid. El «modelo Madrid» debería revisarse, mejorarse y, sobre todo, difundirse. Hay que realizar muchas más campañas de concienciación y educación, enseñar a los más pequeños e incidir también en los conductores profesionales, que son los que más presencia tienen en las calles. Porque en la educación está la base de la convivencia.
Saltarse semáforos en rojo es un gesto peligrosísimo al que no damos suficiente importancia. Muchos coches aprovechan para acelerar antes de que el semáforo cambie a rojo, a pesar de que recientemente se han instalado cámaras en algunos de ellos. También se saltan impunemente los semáforos peatonales en ámbar, aunque haya peatones a punto de cruzar. No somos conscientes de lo que puede suponer entrar en un cruce o en un paso de peatones a alta velocidad, en el momento en que otros pueden estar moviéndose. Debería haber más campañas educativas para sensibilizar la población ante este tipo de comportamientos.
Pero no sólo los coches, por desgracia, muestran su mala educación vial. Hay algunos ciclistas para los que los semáforos son invisibles. Técnicamente los ciclistas podrían ser objeto de multa, pero es cierto que no son demasiado frecuentes las multas a ciclistas por saltarse semáforos. En el caso del siguiente vídeo, se dan además los agravantes de nocturnidad y alevosía, porque resulta francamente temerario lanzarse en bicicleta durante la noche sin una mísera lámpara y los reflectantes reglamentarios.
En bicicleta también hay que respetar los semáforos. ¿Y tú, practicas el deporte de los «saltasemáforos», o eres un conductor responsable (en bici y en coche)?
La enfermedad del «conductor insolidario» sigue manifestándose con demasiada frecuencia en el tráfico urbano de Madrid. Durante este mes de Octubre hemos sido testigos de cómo la «doble fila» sigue produciéndose con toda normalidad en todas las calles y a todas horas. Se trata de una actitud que no para de extenderse, y que muchas personas ven con normalidad, empezando por la propia Policía Municipal, que asiste como espectador impasible al abuso de estos conductores hacia el resto de ciudadanos.
Ocupar un carril de circulación para detener tu coche -ya sea por capricho, por una parada para hacer cualquier gestión (aunque sea momentánea) o por simple indolencia, como en el caso de los taxistas que prolongan la fila más de lo que deberían- es algo que debería estar perseguido y sancionado por parte de la Policía Municipal.
En este vídeo aparecen varias situaciones en las que la doble fila persiste impunemente en la capital. Concretamente, el ciclocarril del lateral del Paseo de la Castellana parece más pensado como zona de aparcamiento que como vía para desplazarse. Se hace francamente incómodo circular por él, teniendo que cambiarnos continuamente de carril para poder continuar nuestra ruta. ¿Hasta cuándo seguiremos padeciendo al «conductor insolidario» en nuestras calles?
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