El ciclismo urbano merece todo el respeto por parte de los conductores de vehículos a motor. Para empezar, y en contra de lo que algunos presuponen, la fluidez del tráfico se ve muy beneficiada por la presencia de bicicletas. No sólo porque el espacio ocupado por una bicicleta es menor que el de un coche, sino porque la agilidad en su movimiento permite asímismo dinamizar la circulación en general. Por desgracia, no todos los conductores a motor entienden que el ciclismo urbano les ayuda incluso a ellos mismos, y algunos tienen comportamientos poco favorecedores o agresivos hacia los ciclistas.
El siguiente vídeo es una colaboración de Fernando, un lector del blog que nos ha aportado buen material rodado a primeros de Junio en diversos puntos de Madrid, en el que se muestran diferentes casuísticas de falta de respeto de los coches hacia las bicicletas:
Si es verdad que en algunas situaciones una bicicleta puede circular más lentamente que un vehículo a motor (por ejemplo, cuesta arriba), no es menos cierto que la velocidad promedio a lo largo de un trayecto normal no es tan diferente, e incluso hay trazados en los que una bicicleta puede sacar partido de su flexibilidad, reducir los tiempos de desplazamiento y, por supuesto, simplificar la logística necesaria en términos de aparcamientos, señalizaciones, etc…
En este otro vídeo recogemos algunas escenas adicionales grabadas por nosotros mismos:
La bicicleta es un vehículo más, con todos los derechos a circular y a ocupar el espacio en la calzada. Y si hablamos en términos de eficiencia, de ahorro energético y de impacto medioambiental, obviamente no hay comparación posible con otros vehículos. Todas las ciudades deberían establecer medidas para incentivar el ciclismo urbano como una forma de optimizar recursos, reducir la contaminación y, en definitiva, hacer la vida más agradable para la mayoría de los ciudadanos.
Las bicicletas deben circular por el centro de la calzada. Muchas veces se evidencia el desconocimiento de las normas de circulación por parte de los conductores, y esta es una de ellas. Lo normal es que los coches sepan que las bicicletas son un vehículo más. Y en concreto, en la ciudad de Madrid las Ordenanzas Municipales indican que es obligatorio circular por el centro del carril. Pero es necesario que estas Ordenanzas sean publicitadas y que la población lo interiorice. En caso contrario, ocurrirá lo que se ve en este vídeo.
Hace un par de años, varios colectivos ciclistas decidieron difundir las ordenanzas municipales ante la pasividad del ayuntamiento. Fue una iniciativa bastante compartida, para la que se utilizaron folletos como el que sigue a continuación, pero parece que todavía no ha llegado a calar a todos los conductores. Es importante seguir incidiendo en la difusión:
Las bicicletas deberán tener un timbre, y para circular de noche o cuando existan condiciones meteorológicas o ambientales que disminuyan sensiblemente la visibilidad, deberán disponer de los siguientes dispositivos: luz de posición delantera y trasera, catadióptrico trasero, y
podrán disponer de catadióptricos en los radios de las ruedas y en los pedales.
En caso de bicicletas que, por construcción, no puedan ser ocupadas por más de una persona, podrán transportar, no obstante, cuando el conductor sea mayor de edad, un menor de hasta siete años, en un asiento adicional, o en un remolque homologado para el transporte de personas,utilizando casco en ambos casos.
Artículo 39 bis
En la calzada, las bicicletas circularán ocupando la parte central del carril.
En las vías con más de un carril circularán siempre por el carril de la derecha. De existir carriles reservados a otros vehículos, circularán en las mismas condiciones por el carril contiguo al reservado, salvo que la señalización permitiera circular por ellos. Si el carril reservado estuviera en zona de pendiente desfavorable donde las bicicletas puedan encontrarse entre los tráficos de autobuses y vehículos en una situación incómoda y peligrosa, los carriles tendrán una sección mínima de 4,5 metros y la circulación de bicicletas se realizará lo más próximo posible a la derecha. Estará prohibida en estos carriles la circulación de varios ciclistas en paralelo.
Madrid se ha llenado de autopistas urbanas como consecuencia de la política de movilidad realizada durante muchos años por el Ayuntamiento. Lejos de conseguir una ciudad agradable para todos, se ha incentivado hasta la saciedad el uso del vehículo privado, con lo que no se han mejorado las condiciones de movilidad, pero sí se han incrementado drásticamente los niveles de contaminación, hasta el punto de convertir el aire de la capital en un riesgo para la salud.
Pero no nos vamos a referir en este artículo a esas cuestiones, que aunque tienen su importancia, dan para ser tratadas en otros ámbitos. El problema que vemos desde nuestra bicicleta cuando nos movemos por Madrid es que los coches tienen tal sensación de impunidad que, especialmente en esas grandes «autopistas urbanas» con carriles anchos sienten la tentación de la velocidad y se lanzan a todo trapo, poniéndonos en riesgo a los ciclistas, que en este sentido somos el eslabón más débil.
Recordemos una vez más que debemos circular por el centro del carril, pero cuando estos carriles son anchos, estamos invitando a coches a adelantarnos por la derecha (como ya nos ocurrió en este artículo), y eso supone un riesgo adicional para nosotros. Aplicamos la «conducción preventiva», pero estaría bien que las normativas y las infraestructuras nos ayudaran un poco.
Muy pocos coches respetan los «Ceda el Paso» cuando el que circula por el carril principal es una bicicleta:
Seguimos necesitando medidas de pacificación y calmado del tráfico, que se respeten las normas ya establecidas en cuanto a velocidades límite (en general 50 km/h en ciudad), que se amplíen las zonas 30 y que se sitúen barreras que impidan a los coches correr tanto. Porque al final, en casi todos los accidentes de tráfico, lo que causa muertes es la velocidad. Las autopistas urbanas no contribuyen a la pacificación ni a hacer ciudades más amables. Y por desgracia, se demuestra que sólo la educación no es suficiente. Hacen falta sanciones para que los conductores de coches entiendan que se están jugando algo.
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